PLACENTA.

La placenta es un órgano muy especial, que sólo existe durante el periodo del embarazo. Su papel es fundamental. Descubre por qué.

Una vez se ha producido la concepción, el cuerpo de la mujer empieza a prepararse para albergar al bebé que crecerá en su vientre durante nueve meses. Uno de los órganos que se creará de cero para garantizar el desarrollo del embrión y su crecimiento será la placenta.

El desarrollo de la placenta empieza con la implantación del embrión, cuando las células trofoblásticas, las que forman la capa externa del embrión, penetran en los vasos sanguíneos del útero y establecen una conexión entre el organismo de la madre y el del futuro bebé.

En los primeros meses de embarazo, la placenta apenas está formada y es el endometrio el encargado de abastecer al embrión.

Hasta la semana 18 de embarazo, la placenta no adopta su estructura definitiva. Es entonces cuando empieza a cumplir su función de manera autónoma. Facilitará el intercambio de sustancias nutritivas, oxígeno y desechos metabólicos entre el organismo de la futura mamá y el del feto. Se comunica con el feto mediante el cordón umbilical.

El cordón umbilical está compuesto por dos arterias, una de ellas se encarga de transportar los desechos del feto hacia la madre. La otra renueva la sangre que fluye hacia el feto.

Todos los intercambios se producen a través de la barrera placentaria, una membrana que bloquea selectivamente gran parte de las sustancias potencialmente dañinas para el feto. El buen funcionamiento de los vasos de la placenta es fundamental para el correcto desarrollo y para la salud del niño.


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