Medicina más humana.
Medicina
más humana.
En la medicina
ocurrieron marcados avances, en gran medida producto del enorme desarrollo de
la investigación científica, que aportó sustanciales conocimientos sobre el
organismo humano.
Varios de esos avances significaron notables
progresos en la prevención, diagnóstico y tratamiento de muchas enfermedades.
Pero no siempre un avance significa un progreso. Es así que, simultáneamente,
surgieron consecuencias no auspiciosas, tanto para la población en general como
para los médicos. Ellas derivan principalmente de los marcados cambios que
sufrió nuestra profesión en años recientes, que a mi juicio, produjeron desvíos
y relegaron los principios esenciales de la medicina basados primordialmente en
la ayuda, el cuidado y el consuelo de los pacientes, por encima de otro
interés.
Esto llevó a una progresiva pérdida del humanismo
que es, junto con la ciencia, los dos pilares fundamentales de la medicina que
no pueden estar separados ya que son esenciales para ser un buen médico.
Nuestra profesión nos exige respetar siempre los preceptos éticos, filosóficos
y humanísticos de la medicina.
La pérdida de estos valores, especialmente en los
últimos 50 años, es un proceso complejo y multifactorial que no abarcaré en
estas líneas. Solo señalaré aspectos que a mi criterio son importantes.
Uno de los problemas más perjudiciales en el
ejercicio actual de la medicina es que mayoritariamente los médicos creen que
el proceso de curación depende solo del conocimiento científico. Sin embargo,
en muchas ocasiones los que más saben de ciencia no son los mejores médicos. Es
así que, actualmente, enfrentamos la paradoja de que mientras la ciencia médica
crece constantemente, los buenos médicos son cada vez más raros.
Por supuesto que debemos tener sólidos
conocimientos y la gente necesita que eso sea así, pero también necesita que
seamos amables, comprensivos y que escuchemos atentamente lo que desean
transmitirnos, es decir, que atendamos con empatía. En un estudio donde se
encuestó a un importante número de pacientes, mediante preguntas sobre cuáles
eran sus deseos y prioridades acerca de la medicina, la respuesta más frecuente
fue: “Que el doctor me escuche y no me esté apurando”.
La influencia del incesante desarrollo tecnológico
se relaciona con lo que estamos mencionando. Si bien se alcanzaron logros
beneficiosos, no todo “son rosas”, ya que los médicos están cada vez más sometidos
a la tecnología y la gente tiene la falsa ilusión de que, a través de ella, la
medicina solucionará todos sus problemas.
La utilización exagerada de los métodos
diagnósticos se debe, entre otros motivos, al cada vez menor tiempo otorgado a
la consulta médica, a no escuchar al paciente y a creer que con la tecnología
podemos generar una medicina mejor y “más moderna”. Sin embargo, esta premisa
errónea nos lleva a una medicina mas deshumanizada y la figura del médico se va
desdibujando al transformarse en un técnico.
Otro factor relacionado es la notoria influencia
del creciente mercantilismo en medicina que contribuyó a una pérdida de los
valores éticos y morales y a un deterioro del concepto que la sociedad tenía de
nuestra profesión. Una encuesta de opinión realizada en Estados Unidos mostró
que para dos tercios de la población los doctores estaban más interesados en
“hacer dinero” y que su principal motivación no eran los pacientes, sino las
enfermedades. Más allá de que esta opinión sea o no así, está señalando que el
prestigio y reconocimiento que la profesión médica supo tener, y muy altos, se
han diluido junto con la dignidad de sus miembros.
Al organizarse la medicina como empresa, se produjo
una gran alteración e interferencia en la relación médico-paciente, que es de
los ejes principales en los que se basa la buena medicina. Apareció una
“tercera parte”, que en general busca su propio beneficio comercial, pero no el
de los pacientes ni tampoco el de los médicos. Los pacientes advierten que sus
necesidades no son prioridad para su médico, que a su vez queda atrapado y
sometido por la imposición que le ejercen las empresas. En nuestro medio, la
remuneración de la consulta médica es inaceptablemente baja, lo que lleva a
atender a muchos pacientes en breve tiempo para pretender alcanzar un salario
digno.
La mercantilización es muy perniciosa y, entre
otros aspectos, destaco uno que el filósofo argentino Mario Bunge sabiamente
señaló: “La salud es algo demasiado importante como para dejarla en manos de
empresas cuyo fin principal es el lucro, porque el lucro no tiene límites”.
No hay recetas mágicas para retomar el humanismo en
nuestra práctica y tampoco es apropiado lamentarse por lo que “perdimos” y no
hacer nada. Aun teniendo en cuenta los múltiples factores que amenazan a la
profesión médica, debemos estar convencidos de que, si la elegimos, fue porque
deseábamos ayudar al prójimo. Los médicos tenemos que volver a los ímpetus y
principios originales de nuestra profesión, al “alivio de los que sufren y la
búsqueda de la salud”.
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